Helena se sentó a mi lado, apoyando la espalda contra la pared y
mirando la luna como yo.
—No puedes seguir así— comenzó a hablar la rubia. La miré de reojo
pero ella seguía admirando la brillante luna. No dije nada, no sabía bien que
responderle. —puedo sentir tu mente divagar por los oscuros pensamientos que te
atormentan, no los olvidas, no los dejas en paz
—No puedo, intento evitarlos
pero siguen ahí, clavados— cerré los ojos y rodee mis rodillas con los brazos,
apoyando la cabeza en ellas.
—Volverás a perderte, a desaparecer, no puedes seguir así
—Desaparecí hace mucho, increíble que ni tú lo notes— y fue la única vez
que me miro, estaba enojada, y parecía algo dolida por mis palabras.
—No has desaparecido, solo intentas esconderte de todo lo que sientes
y piensas, quieres que los demás te olviden, porque eso es lo que siempre
esperas que pase, dejar de importar.
—Es lo que siempre pasa— susurré. Era incapaz de mirarla, no quería
pensar, estaba cansada.
—No eres una cosa, no pueden desecharte o reemplazarte— su voz sonaba
tensa, como si intentara no gritarme.
—Si pueden hacerlo— la mire a los ojos, para que entendiera que
hablaba enserio—solo prefiero no estar ahí cuando lo hagan
Sus ojos se volvieron rojos, pero no me ataco, tampoco grito, solo se
quedó a mi lado.
2 comentarios:
24 de agosto de 2013, 7:43
"Desaparecí hace mucho", eso me pasa a veces así que la entiendo.
a veces solo tenemos que buscar bien la salida.
Besos
24 de agosto de 2013, 9:10
Es raro ver que Helena haga de psicóloga en lugar de estar golpeándote. Casi no la reconozco.
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