—Sí, ¿diga?— sustuvo el teléfono entre el hombro y la oreja mientras seguía preparando la
ensalada para la cena. Guardó silencio un momento al no escuchar respuesta, se
limpio las manos con el paño y miró el teléfono para ver si la llamada seguía. —Aló— volvió a hablar. Era extraño,
podía escuchar ruido pero nadie contestaba.
—¿Donde dejaste el baúl?—la voz
era casi un murmullo, un terrorífico murmullo que le recorrió la espalda como
si fuera hielo. —Maldita sea Kat, dime donde lo
dejaste
Sus ojos se abrieron asustados, miró por la ventana de la
cocina, hacia el jardín, prestando atención a las sombras que comenzaban a
formarse con el atardecer. El terror de que estuviera a pasos de ella la estaba
paralizando.
—Tony, ¿de… de que hablas?—logró
decir a través del nudo que se había formado en su garganta.
—¡El puto baúl! Mierda Katia no
tengo tiempo, dime ¡¿dónde lo escondiste?!— sonaba ansioso, y realmente furioso.
—¿El de Lucas? ¿Para que lo
quieres?
—Escúchame bien Katia, será mejor
que busques ese puto baúl, lo necesito ahora
—No sé donde está, no lo he visto
desde…
—No me importa, será mejor que lo
encuentres…
—¡Mami!—un lejano grito
interrumpió a Tony. Kat se giró hacía la entrada de la cocina, buscando a Lucas con la mirada, cuando no lo vio se dio cuenta de lo que
estaba pasando.
—Lucas… Lu…—
sentía el retumbar de su corazón en los oídos, las lágrimas ardían en sus ojos
y sus pulmones parecían haber dejado de funcionar, impidiéndole respirar.
—Encuéntralo o te juro que ese
pendejo será quien pague tu estupidez
—Tony no…por favor—el sonido del teléfono colgado la noqueo, era como una máquina
de signos vitales anunciando la dolorosa muerte, y eso la volvió loca. Estrelló
el aparato contra la pared y un grito desesperado rasgo su garganta, no podía ser cierto, no podía
tener a Lucas.
—No puede hacerle daño— se repetía una y otra vez tratando de creerlo. Sus piernas dejaron de sostenerla, haciendola caer, la fria y dura cerámica se clavó
en sus rodillas pero el dolor no fue nada comparado con lo que sentia en su pecho, se rodeo el torso con los brazos, se sentía desarmada, se caería a pedazos. Las lagrimas recorrían sus mejillas nublandole la vista y su respiracíon entrecortada rasgaba su garganta.
No era capaz de creer que Tony fuera capaz de amenazar con matar a su propio hijo.
4 comentarios:
25 de agosto de 2013, 1:02
más
25 de agosto de 2013, 9:08
Intenso
mas
si
25 de agosto de 2013, 10:27
La bruja gótica me apoya.
Queremos más!
27 de agosto de 2013, 16:38
yo lo sigo pidiendo desde hace años :p
Publicar un comentario