Me siento cansada y adolorida, la piel de mis muñecas y
tobillos arde pero al menos ha dejado de sangrar.
Suelto un suspiro, agotada. Necesito descansar, necesito que
dejen de usarme, duele… duele demasiado.
Acaricio las cuerdas que rodean mis muñecas, aquellas que me
mueven al antojo de quien juega conmigo. He intentado cortarlas, pero es
imposible, no tengo la fuerza suficiente.
Estiro mi rodilla derecha y escucho (y siento) el crujido de
mis articulaciones. Un grito de dolor y rabia quiere escapar de mi garganta
pero lo ahogo, me muerdo con fuerza el labio e intento respirar de nuevo. Puedo
sentir el sabor de la sangre en mi lengua, mis dientes han vuelto a perforar mi
carne.
Quiero recostarme, dormir toda una vida, pero solo puedo
permanecer sentada, mis hilos impiden que me mueva.
Escucho pasos y sé que vienen por mi otra vez.
¿Por qué no me dejan tranquila?
¿Por qué juegan conmigo? No quiero ser más la marioneta, no
quiero que me manejen a su antojo. Quiero que deje de doler.
Siento como tiran de mí para que me levante y una falsa
sonrisa se dibuja en mi rostro. Estoy tan acostumbrada a aparentar que ni
siquiera debo pensarlo.
Es más fácil si me dejo llevar, al menos así tiran menos.
Al final solo soy una maldita muñeca, un juguete, no importa
lo que sienta, solo existo para alegrar a los demás.
4 comentarios:
19 de noviembre de 2013, 11:45
Corta los hilos!
19 de noviembre de 2013, 11:49
no se puede, los muñecos se caen sin hilos
19 de noviembre de 2013, 11:53
No es cierto.
(Me acordé del cuento de Hoffman)
20 de noviembre de 2013, 6:48
Intenso y doloroso, solo sonríe y vivirás mejor.
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